APRENDO NOMBRES DE ÁRBOLES DE MEMORIA
mientras Alguien todavía sigue sentado en la escalera.
Impertérrito.
El fractal de la hoja y de la hoja de la hoja
se repite igual que este laberinto
como la efigie dibujada por la caída inevitable
de la primera mancha de tinta en un vaso con agua.
Así seguimos desbordándonos ―a veces― de nuestros quicios
observando el hilo cada vez más quebrantado.
Sin conciencia de dónde ir,
con un fragmento de ceniza en cada libro,
distinguimos ―a veces― el inicio, no el final
: desde adentro infringimos las imágenes,
fisuramos los muros con tanta presión
: el agua nos corrompe, nos diluimos.
A veces ―sólo a veces― el tiempo corre por otras ramas,
árboles de otro laberinto.